Carta del presidente

Si el año 2020 será recordado como el año del covid-19 y de las restricciones a la actividad económica, a las cuales hemos tenido que aprender a adaptarnos, el año 2021 quedará marcado como el año del fin de la energía barata.

Cuando las economías nacionales apenas empezaban a ver un poco de luz en el retorno progresivo a la normalidad, se produjo el incremento de precios del gas natural desde mediados de año, hasta los precios máximos históricos de noviembre y diciembre. La respuesta fue la búsqueda de alternativas a la cobertura de una demanda de gas que se recuperó con más firmeza que, por ejemplo, la de petróleo, dando lugar a incrementos de precio no solo en el gas para consumos industriales o domésticos, sino a los costes de la energía eléctrica producida en las centrales de ciclo combinado y a los precios marginales de los mercados eléctricos nacionales de toda Europa.

Así pues, el año 2021 ha exigido un esfuerzo de adaptación a las restricciones del covid similar al del año anterior, si bien la relajación de algunas de esas restricciones en la segunda mitad del año, junto con la experiencia del año anterior, permitieron un retorno progresivo a la normalidad, que se ha completado en los primeros meses de 2022. Aunque la pandemia sigue extendiéndose, y no puede darse por superada, la levedad del impacto de las nuevas oleadas ha ayudado a que la normalidad sea una realidad con perspectivas de una cierta continuidad.

En la perspectiva de los dos últimos años, el impacto de la pandemia en la economía ha sido muy importante. La caída del PIB en 2020 fue del 10,8%, y en 2021 se produjo una recuperación parcial, del 5,1%. Las previsiones para 2022 no permiten pensar que se alcance el nivel anterior a la crisis hasta 2023. Así pues, se puede decir que se han perdido cuatro años de crecimiento económico, no solo en España, sino en gran parte del mundo.

La demanda de energía eléctrica, que había caído un 1,7% en 2019, se redujo un 5,1% adicional en 2020. En 2021, la recuperación fue de solo un 2,4%. En cuanto a la demanda de gas natural, a la reducción del 9% de 2020 ha seguido un incremento del 4,3% en 2021, aún lejos de los niveles anteriores a la crisis covid.

La demanda de gas natural se redujo el 9% en 2020, y ha seguido un incremento del 4,3% en 2021, aún lejos de los niveles anteriores a la crisis covid

El consumo de productos del petróleo también se ha resentido de forma muy notable. Si bien las gasolinas y los gasóleos cerraron 2021 con cifras de consumos solo ligeramente inferiores a las de 2019, el consumo de querosenos de aviación no alcanzó el 50% del consumo registrado en 2019. La recuperación de los sectores ligados a viajes, turismo y hostelería se está produciendo, como es sabido, con bastante retraso en relación con otros sectores industriales o terciarios.

En cualquier caso, la recuperación económica plena no se alcanzará hasta al menos 2023. La demanda de energía —incluyendo la del sector transporte— se recuperará también no antes de 2023. Además, ya cerrado el ejercicio 2021, la energía se ha convertido en protagonista involuntaria de la guerra de Ucrania y de las disputas económicas entre Rusia y Occidente. Aún es pronto para valorar el impacto que estos acontecimientos puedan llegar a tener en las economías occidentales y, en concreto, en España. De los impactos de esta nueva crisis es preciso señalar dos. El primero, la reacción de los mercados de productos energéticos inmediatamente después del inicio de la guerra, con picos de precios del petróleo, gas natural y carbón, aunque se fueron suavizando en las semanas posteriores. El segundo, ya evidenciado, es el fuerte incremento de los índices de precios, debido a la persistencia de precios altos sobre todo del gas. En particular, el Índice de Precios al Consumo (IPC), ha alcanzado niveles desconocidos desde mediados de los años ochenta. Obviamente, las decisiones de los gobiernos occidentales en los próximos meses sobre embargos o sanciones a Rusia determinarán impactos adicionales.

El escenario económico es, por lo tanto, turbulento y lleno de incertidumbres. A pesar de todas estas dificultades, en 2021 hemos conseguido los objetivos previstos. El esfuerzo de adaptación y, al mismo tiempo, el mantenimiento del empleo han dado resultados.

El resultado operativo ha superado al del año anterior, incluso en el difícil contexto regulatorio actual. Los resultados muestran el cumplimiento de los objetivos financieros y el mantenimiento de los niveles de calidad de servicio y de seguridad en las operaciones, consecuencia de la orientación de la compañía a la mejora interna permanente.

En el terreno de la mejora de las operaciones, MRG presta atención prioritaria a las siguientes áreas: la excelencia operativa, la atención al cliente y la mejora permanente de las prácticas de gestión. Seguimos trabajando en la captación de nuevos clientes, ayudando a sustituir combustibles más contaminantes en los sectores de pequeñas industrias y en el sector residencial, con la sustitución y modernización de instalaciones de calefacción, y en el sector comercial, con soluciones integrales de calefacción y agua caliente en edificios, al tiempo que ofrecemos reducciones de costes al consumidor que hacen más atractiva la sustitución.

Continuamos con el plan de apertura de nuevas estaciones de recarga de gas para vehículos («gasineras») en nuestro ámbito de actuación, que tendrá continuidad en próximos ejercicios. Seguimos manteniendo los niveles de seguridad de las operaciones de red y hemos progresado en el control del fraude.

Volviendo ahora a la estrategia de futuro, es preciso situarse en el escenario expuesto anteriormente de incertidumbre y precios altos junto con la política de transición energética, concretada en los Planes Integrados de Energía y Clima de los distintos Estados miembros de la Unión Europea.

Las dificultades del mercado del gas natural se fundamentan en la demanda creciente a escala mundial, principalmente por el crecimiento de las principales economías asiáticas, en la necesidad de gas en Europa para compensar el cierre de buena parte de la generación eléctrica convencional (carbón) o nuclear, y en las posibles restricciones derivadas de la política de sanciones o vetos a las importaciones de Rusia, como consecuencia del conflicto de Ucrania. Las previsiones de precios parecen apuntar a niveles bastante por encima de lo que fueron niveles normales hasta hace un año, al menos durante dos o tres años, con una normalización posterior. En consecuencia, habrá que buscar y encontrar alternativas asumibles teniendo en cuenta su viabilidad, su coste y su contribución a los objetivos ambientales.

En estas circunstancias, cobra importancia el hidrógeno como combustible limpio y prometedor en sus aplicaciones, pendiente aún de acercar su coste al del gas natural, lo que parece más fácil ahora que en escenarios similares a los de la década anterior, que difícilmente volverán. Consideramos que en un futuro centrado en el hidrógeno —que puede estar más cerca de lo que parecía hace solo unos pocos años— las infraestructuras de transporte, distribución y almacenamiento serán las claves del uso generalizado del hidrógeno.

Las redes de MRG tienen la capacidad y las condiciones necesarias para dar el mismo servicio actual al hidrógeno, y estamos trabajando para que nuestras redes sean cien por cien compatibles en un plazo muy corto

Para que ese futuro llegue sin dificultades, una condición esencial es la atención, en el plano regulatorio, al desarrollo del hidrógeno. La estabilidad regulatoria es la plasmación en un entorno concreto del principio de seguridad jurídica, que permite y facilita la libertad de empresa y su pacífica actividad a corto y largo plazo, las decisiones de inversión, que crean riqueza y empleo, y el atractivo de España para los inversores. Además, los cambios en la realidad tecnológica exigen una atención seria y permanente de la regulación, para dar respuesta a los problemas y cuestiones nuevos, que sin duda se suscitan, para asegurar que no hay cuellos de botella ni frenos regulatorios a nuevas actividades beneficiosas para la sociedad.

Una vez que todas las instancias implicadas entiendan la importancia de la apuesta por el hidrógeno, será oportuno revisar el PNIEC para incorporar esta alternativa, cuyo valor económico y ambiental a largo plazo no ofrece dudas.

La importancia de acometer el análisis de las cuestiones regulatorias relativas al hidrógeno es más urgente, si cabe, visto el retraso de España en este terreno, si se compara con las grandes economías europeas, tanto en el desarrollo de proyectos piloto o industriales como en el plano de la teoría regulatoria.

El gas (metano hoy o hidrógeno mañana) sigue siendo insustituible en muchos procesos industriales y es una alternativa adecuada y atractiva para otros usos finales, en tanto no haya otras tecnologías que ofrezcan las mismas prestaciones y costes. Las redes de gas permiten poner a disposición de los usuarios, de forma eficiente, gas renovable a corto y medio plazo e hidrógeno a largo plazo. Esta potencialidad distingue al gas de otros combustibles y lo convierte en complemento indispensable de la electricidad.

En el sector gasista existe la mejor disposición para colaborar con las Administraciones en el diseño de las políticas energéticas y en la adecuación de la regulación a este futuro, ya próximo. Seguimos insistiendo en que la regulación de sectores como el energético, en un escenario nuevo, necesita de un continuo ajuste fino, cuyo éxito depende, sobre todo, de un diálogo continuo con los actores.

Para terminar, deseo expresar el agradecimiento de la compañía a los accionistas, especialmente por su apoyo en este complicado contexto, y por su apoyo en el desarrollo de esa visión estratégica que será la base de los éxitos que esperamos alcanzar en los próximos años. E igualmente, a todo el equipo humano de MRG, con el reconocimiento por el esfuerzo y la dedicación en 2021 y la confianza en el futuro de la compañía en esta segunda década de su existencia.

 

Pedro Mielgo

Presidente